La Vida es silbar
Fernando Pérez
Fernando Pérez es un cineasta cubano representante de la producción cinematográfica asociada con la Cuba revolucionaria. Entre sus películas más destacadas están Hello Hemingway (1990), Madagascar (1994), La Vida es Silbar(1998) y la última Suite Habana (2003).
En La vida es silbar, Bebé es el primer personaje que aparece, quien durante su niñez no habla sino que más bien se comunica silbando, esto podría considerarse un símbolo de expresión, mas sin embargo, Cuba Valdés, la directora del orfanato les enseñan a los niños a aprender hablar y les hace repetir con voz alta, fonéticamente la palabra i-gual-dad, pero Bebé sigue silbando. Entonces, Bebe es llevada a una bodega vacía y sentada en una silla, la maestra le dice, “repita conmigo, ca-ra-col”, ya que la bebé tiene que hablar, entonces se escucha un eco, tiene que hablar, tiene que hablar. Este tipo de enseñanza es una muestra de que en Cuba se les enseñaba a los niños que no debían quedarse callados, y que la expresión hablada era el mejor modo para que pudieran manifestarse sin temor, y sin utilizar otros lenguajes donde tal vez no sean escuchados. Cuba fue tan buena maestra que ayudó a Bebe a lograr que ella pudiera expresarse con libertad y sin tapujos, sus pensamientos y sentimientos, tal vez por eso, ella se convierte en la narradora misteriosa de la película.
Todos los personajes principales de la película son huérfanos. Tanto Sidney hijos o padres, los papeles están relacionados con la maternidad. En el caso del personaje de Julia, quien sufre de narcolepsia y desmayos. Una prueba de esto sucede cuando está dando un discurso en la casa de beneficencia y empieza a bostezar, y cae al piso con el ramo de flores que tenía en sus manos. Esto sucede porque ella tiene un trauma en su pasado que no logra superar y que ha hecho que lleve una vida de soledad. Julia al no saber la causa de esta condición de salud, busca la ayuda de un psicólogo, el doctor Fernando, quien le ayuda a descubrir que ella no es la única que se desmaya cuando escucha cierta palabra, que hay otras personas que les pasa lo mismo, en el caso específico de Julia es la palabra sexo. Julia decide contarle su vida al doctor sobre lo que ella abandonó a su hija, como si fuera la historia de una amiga, entonces al verse descubierta por el doctor, éste la presiona para que salga y grite al mundo sus verdades, entonces el doctor, sin importarle su profesionalismo también sale a la calle y grita, “yo tampoco conocí a mi padre”. Esta es una representación de que en Cuba muchas personas temían escuchar ideas o palabras, y mostraban una debilidad a desmayarse por tener guardado en su yo interno todos sus complejos. Para Julia es traumante recordar que la gente del pueblo se burlaba de ella, ya que todavía le quedaba el estigma de haber quedado embarazada sin estar casada.
Mariana es una joven bailarina de ballet quien tiene adicción al sexo, es decir le gusta el movimiento de su cuerpo y el de los hombres también, talvez por eso a través del ballet puede manifestar su naturaleza. Ella está en la búsqueda del papel principal de la obra teatral Giselle. Entonces, ella va a la iglesia y promete a Dios llevar una vida sin fornicación a cambio de que la directora del ballet, madame Garcés le dé la oportunidad de obtener el papel estelar. En esta vida hay muchas Marianas, quienes prometen ante una divinidad que cambiarán sus vidas en recompensa de un deseo conferido. En el caso de Mariana, ella sí cumple su promesa a pesar de que se enamora apasionadamente de Ismael su pareja en el ballet.
Elpidio Valdés es el niño de los ojos claros, el del sanatorio. Él no fue como su madre Cuba quería que fuese. El era un delincuente que vivía en un submundo de pobreza en un barrio en La Habana, el mismo que fue un músico fracasado. Cada vez que él comete malas acciones, se le aparece en su subconsciente Bola de Nieve, enviándole mensajes de moralidad. Uno de esos momentos es cuando le robó la billetera a la extranjera, y se la devolvió sin el dinero. Elpidio siempre está en la búsqueda de que su mamá apruebe su accionar. Transcurrirá mucho tiempo para que Elpidio sea un hombre renovado, pero finalmente lo logra cuando se enamora de la turista, quien trabaja en Greenpeace, y con quien decide irse junto a ella dejando La Habana en un globo amarillo. Elpidio habla consigo mismo y le dice a su madre, frente a la imagen de Changó donde aparece la cara de Bebé, “déjame pensar como yo quiera, no voy a cambiar, pero tampoco puedo vivir sin ti, si tu quieres acéptame como soy, mas que mi música me lleve”. Esta sería una prueba de que él ya no estaría atado a la aprobación de Bola de Nieve, quien le exigía que llevase una vida regida dentro de los códigos de buena conducta y moralidad.
Los personajes, Julia, Mariana y Elpidio no se conocen entre sí, sin embargo, ellos tendrán un encuentro a las 4:44 pm, el 4 de Diciembre, el día de la celebración de Santa Bárbara en la Plaza de la Revolución. El doctor Fernando quien no asistirá a ese lugar, le dice a Julia que la esperará allí, y que no tuviese miedo. En aquel lugar, el día del encuentro. empieza a llover como si fuera un baño curativo. Elpidio se arrodilla y grita con los brazos abiertos, “¡Cuba!”. Mariana, quien también forma parte de este triángulo, portando en su pecho el crucifijo, hecho que hace que Elpidio y Julia se den cuenta de que tienen una conexión con ella en el pasado. Bebé es la narradora, y forma parte del limbo como testigo de este encuentro, ella tal vez no sepa que probablemente Julia sea su mamá, quien la abandonó con pocos meses de nacida. El final tiene un toque de melancolía donde aparece Bebé sentada en el malecón de La Habana, mientras que Bola de Nieve aparece silbando, al igual que muchas personas van por la misma plaza hacienda lo mismo. Ninguno de ellos sonríe, son como títeres, momias, soldados, robots, que se dejan manipular por las ideas de otros, sin hablar, gritar, reclamar, sin hacer conocer sus ideologías, o quizá silbar para ellos, es más bien una forma de meditar.
En la trama hay personajes que no pertenecen a la clase adinerada. Entre ellos está el taxista, quien escucha los diferentes problemas que tienen los marginados de La Habana, el mismo que siempre coincide en encontrarse con Julia. También hay otro taxista, representando la honestidad del pueblo cubano, quien devuelve a un turista un maletín que contenía mucho dinero, algo que tal vez Elpidio nunca lo hubiera hecho. Hay un personaje muy particular, el que se pasa horas viendo como los caracoles son perfectos, porque su creencia es que éstos pueden vivir en el extranjero, sin embargo, Elpidio tiene una opinión diferente, y le dice al caracolero que estos caracoles se arrastran, a lo que el hombre de los caracoles contesta, “no, están cerca de la tierra”. Es allí cuando Elpido empieza a reflexionar si dejaría su tierra natal Cuba ,y se iría con su novia, tal como lo harían los caracoles, quienes llevan su casa por donde quieran que vayan. Interpretando esto, sería que los cubanos podrían llevar su patria consigo en cualquier viaje que emprendieron. Otro personaje que forma parte del conglomerado cubano, es el que le pregunta a Elpidio que si él es bonito, pero éste le contesta que es feo. Para algunas personas la opinión de otros es la convicción de una verdad. Elpidio al darse cuenta que ha lastimado la sensibilidad de su amor propio, le pide disculpas retirando lo dicho y alentandolos con frases optimistas. Entonces, Elpidio al reconciliarse con el que se auto denomina feo, se reconcilia consigo mismo.
La vida es silbar es una película donde hay orfandad social, representando la cantidad de niños que se quedaron sin sus padres en la época de la revolución cubana. También se incluyen las superticiones, sean estos, la hora 4:44pm, los ritos de adoración afro-cubanos que hace el Elpidio hacia Changó y otros a Ochún, la religión Cristiana, la música, la psicología, la sexualidad de Mariana, la ecología de la turista, las huellas raciales afro-cubanas que representan los músicos, negros y mulatos, y también los bailarines con su sensualidad en la cultura negra-cubana de La Habana de aquella época.
La intertextualidad cuyo concepto lo entiendo como la repetición y absorción de un texto en otro texto, sin que sea un plagio sino más bien una alusión literaria, se manifiesta en la obra de ballet, Giselle, que es una forma de repetir la historia que está viviendo Mariana como bailarina. En una de las escenas de la locura de Giselle, madame Garcés advierte que Mariana está creando su Giselle con su propio sufrimiento. Por ello, la directora le dice, “nos ganaste a todos, a mí, a Ismael, eres la bailarina más admirable que he visto en toda mi vida, no te rindas”. El director deLa vida es Silbar, no pudo haber escogido mejor intexto que éste, porque en él pudo enunciar una clara percepción para conocer a los personajes, como en el caso de Giselle una mujer que le apasionan los hombres y el sexo, a diferencia de Julia que apenas escucha la palabra sexo se desmaya. Mariana vive su sexualidad a plena luz y sin tabúes, en cambio Julia vive con los recuerdos de una sexualidad que le trajo vergüenza ante la sociedad y que no puede superar en su memoria y en su subconsciente. Giselle tiene un papel activo en las relaciones personales y sexuales, y Julia no ve al sexo como un instrumento de placer.
Elpidio en su adoración a Changó en La vida es Silbar y el personaje de Cecilia como Ochún en Cecilia Valdés, idolatran a estas deidades. Elpidio podría sentirse identificado con Changó porque es el Dios de la música y representa el mayor número de las imperfecciones humanas, y también es mujeriego entre otras atribuciones. Entonces, Elpidio tiene un característica parecida a Changó, por su virilidad en tener muchas mujeres, por eso él lo adora como un Dios supremo, y tiene su imagen en su casa, con quien habla como si fuera su mejor amigo. Por otro lado está Ochún que se sincretiza con la Virgen de la Caridad del Cobre en Cuba, como una deidad seductora que al igual que Cecilia representa el símbolo de la coquetería y la sexualidad femenina. En ambas producciones del cine, se muestra a un pueblo cubano que cree en sus deidades porque tienen poderes reales.
El silbido eterno de aquellos cubanos, me ha quedado silente en mi pentagrama mental. Aquellos silbadores debieron haber hecho una sinfonía estruendosa, para que retumbara en los oídos sordos de los castristas, al expresar los lamentos, melancolías y desencantos del contingente cubano.
Nueva York, 4 de abril de 2013
✏️ Sandra Salgado Mendoza