jueves, 15 de septiembre de 2016

¡QUÉ BRUTAL CONFESION!




¡Enfurecida está mi boca con esta irreversible confesión!




¡QUÉ BRUTAL CONFESION!


¡Qué brutal confesión!
¡Gritaban desde lejos las arrugas!

¡Qué si me acuerdo!
Aquella edad de peculiar fascinación
que traía el crujir epiléptico de una protesta
que exigía una turbulenta revancha
gritaba secretas caricias
debatía  escandalosos escotes
acariciaba perfumes callejeros
y saciaba apetitos de placer.

¡Que sí me acuerdo!  
enredada en un velo
con trenzas sueltas de cabellos
saboreando hostias
estremeciendo bocas
rodillas en el suelo
piernas en desvelo
y el disfrute de una 
coqueta masturbación. 

¡Qué sí lo sé! Qué a esta edad
las trenzas sueltas que borbotean 
en un rosario de cabellos
las piernas que arden de deseo
las manos que acarician el cuello
la hostia que se estremece en la boca
podrían despreciar a una piel 
que se avejenta.  

¡Fuera de aquí, brutal confesión!
¡Fuera, quejidos del alma!
¡Fuera, sublimes penas del corazón!

¡Oh! ¡Cuánta rabia me da escribir 
esta brutal confesión.!


Nueva York,12 de septiembre de 2016
SANDRA SALGADO MENDOZA