domingo, 25 de abril de 2021

“TACONES LEJANOS”.- ✏️ Pedro Almodóvar. [Análisis]




 “Tacones lejanos”

Director: Pedro Almodóvar

 

Ir de tacones por la vida, luciendo vestidos brillosos, usando maquillaje día y noche, escuchando aplausos, alaridos de fanáticos, envuelta en las luces del espectáculo, buscando fama fuera de España, y dejando a su pequeña hija, a quien previamente le había prometido que irían juntas a México, es uno de los episodios de la vida artística que lleva Becky en España durante los años noventa en la película “Tacones lejanos” dirigida por Pedro Almodóvar.

 

Becky prefirió no seguir con el patrón de familia arquetipo que supone renunciar a los sueños y dejar de ser libres.  Ella descuidó a su hija, y no formó una familia rígida de esas donde a las madres se las ata de pie y mano y se quedan ancladas en un hogar con esa idea de que cuando los niños van a la escuela, la madre se esclaviza.

 

La ausencia de un núcleo afectivo fue lo que eligió Becky, rechazando la amorosidad de una niña porque ello implicaba limitar cumplir sus sueños. Acaso la madre no tenía el derecho a elegir, no escoger tener una familia tradicional española, y más bien ir trotando de tablado en tablado, sin siquiera conocer el aula donde estaba el pupitre de su hija, o aprendiendo juntas a leer y escribir, y a sumar, restar, multiplicar y dividir. 

 

La falta de una madre como es el caso de Rebeca, quien vuelve a verla después de 15 años, recibiéndola en Madrid en el aeropuerto de Barajas con la ilusión de que será un día especial.  Sin imaginarse que la madre lo que esperaba era un recibimiento masivo de la prensa y sus fanáticos.

 

  ¿A qué vuelve España? La artista retorna envejecida, etapa propicia para la llegada de las enfermedades y que lo más cercano es la muerte porque la vida no es ilimitada, escogiendo su lugar para morir una habitación ubicada en un sótano, el mismo lugar donde la hija “no podía dormirse hasta que no oía el ruido de sus tacones a lo lejos”.   Pese a lo que acontece, la madre no regresa a recuperar el tiempo perdido o a buscar el amor de su hija. 

 

La decisión de marcharse joven de España y volver con los años encima a su tierra natal, es una decisión que colapsa en la niña que ya es adulta, quien lo único que quería era no separarse nunca de su madre, y que más bien tuvo que vivir como si hubiera crecido huérfana. 

 

Hay una auténtica decisión, hacer lo que quieren otros o lo que uno quiere. Becky escogió sentirse libre, sin compromisos y desaparecer, sin restaurar el orden del universo, ese equilibrio de causa y efecto.  La madre nunca sintió ahogamientos de culpa por dar la espalda a su hija, ni tampoco se dejó invadir por la emocionalidad.

 

Becky quiso ser artista, llevar una vida distinta, sin pegamentos de abrazos, mimos y besos de su hija. Ella amaba su individualidad. Sin anotar en su libreta, si ella era una madre moderna o anticuada, y sin pensar el rol racional que conlleva ser madre, nada de esto estaba en sus apuntes, sino más bien vivir trepada en sus tacones, y sin haber conocido el verdadero significado del amor de una hija, excepto el día en que está moribunda siendo cuidada por alguien que no la cuidó jamás. 

 

Caminar sin tacones es como hacerlo en silencio y descalzo, como si la pasarela fuera en una calle desierta.  Sin embargo, cuando se camina con los tacones de Becky, se siente que la vida no está vacía, y que hay que caminar más allá de las cuatro esquinas del barrio, no quedarse marchando en el mismo terreno obsoleto porque nada cambiaría.  Salir al extranjero haría que sus sueños no se estancaran en España, ni dejaría que éstos empezaran a empolvarse en ese refugio llamado familia, donde una madre jamás cometería un provocativo pecado, aunque tuviera temperamento, y en donde calzando pantuflas, nunca llegaría a ser la diva “Becky del páramo”, quien triunfó por su talento fuera de España en su éxodo al modernismo, y por su glamorosa ansia cosmopolita.

 

✏️ SANDRA SALGADO MENDOZA

Nueva York, 25 de abril de 2021