lunes, 23 de septiembre de 2019

EL MONJE CIEGO. - ✏️





EL MONJE CIEGO

  Cuento


    En una tierra lejana, un niño simpre acompañaba a su maestro donde quiera que fuera. Ocasionalmente, se embarcaban juntos en viajes con fines comerciales que podrían durar semanas o días o para visitar a viejos amigos. Después de muchos de esos viajes, Yao notó que los primeros lugares que visitó con el Maestro Shen fueron monasterios.

    Dentro del templo, el maestro se acercaba a una estatua central y meditaba un rato. Luego, éste caminaba por el monasterio y se detenía unos minutos con otras esculturas. Esa mañana, el maestro se sentó en una posición de oración, cerró los ojos, y permaneció en un profundo estado de meditación durante horas. Tal como se esperaba de los niños pequeños, Yao intentó imitar a su maestro. Sin embargo, pronto se aburrió y comenzó a explorar el monasterio e incluso intento mantener conversaciones con los monjes.  Ahí encontró a Yin, un monje muy respetado, que era ciego y rezaba. Pasaron las horas y el monje permaneció de pie frente a una estatua.  Parecía perdido en la meditación profunda.

    En el camino de regreso, el Maestro Shen notó que el niño sonreía y le preguntó: “¿Qué pasó?”, Yao respondió: “El maestro Yin pudo verme a pesar de ser ciego”. El Maestro Shen fue amable con Yao y le dijo: “El mundo que uno ve es reflejado por el corazón. Si quieres ver el mundo real con claridad, no debes mirarlo con los ojos, sino con el corazón". El joven quedó confundido y objetó: "Maestro, un ciego no puede ver". "No, hijo mío, creer es ver; él ve perfectamente", dijo el maestro. Yao se confundió aún más.

    El Maestro Shen le dijo al joven, "si quieres ver la verdadera belleza de una persona, primero debes quedarte ciego, no confiar en los ojos mortales, sino aprender a mirar a través del corazón. Con esta vista, percibimos la belleza que hay dentro de nosotros mismos, que va mucho más allá de las arrugas y el tacto.

    El joven Yao comenzó a comprender lo que el maestro estaba diciendo, y con su pequeña voz, dijo: "Con el corazón, vemos lo que somos". El maestro asintió con una sonrisa, sabiendo que el pequeño Yao se había iluminado en ese momento.

SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 23 de septiembre de 2019