jueves, 14 de enero de 2016

"HIJA DE LA FORTUNA".- ✏️ Isabel Allende.






Nueva York, 9 de mayo de 2013

HIJA DE LA FORTUNA

Isabel Allende

La novela Hija de la Fortuna escrita por la chilena Isabel Allende (1998), narra la vida de Eliza Sommers. Las escenas se desarrollan en Chile a mediados del siglo XIX, coincidiendo la misma época en que se descubrió el oro en California. En su niñez, ella fue adoptada por la familia inglesa Sommers que estaba conformada por tres hermanos, Miss Rose, Jeremy y John, todos ellos vivían en Valparaíso, Chile.

Durante su adolescencia, Eliza se enamora de Joaquín Andieta y queda embarazada de él. Mamá Fresia quien es su nana la ayuda a fugarse de la casa de los Sommers para emprender un viaje en barco hacia California. Eliza se embarcó secretamente en el velero gracias a la ayuda de un chino llamado Tao Chi’en. Después de varios días de haber estado escondida en la embarcación, su salud se agrava, pierde a su bebé y también casi pierde la vida. El propósito de su viaje es encontrar a Joaquín Andieta, quien viajó en búsqueda de oro, haciéndole falsas promesas de que se casaría con ella. Al llegar a California, Eliza deja el barco vestida de hombre y empieza una búsqueda intensa de su amado. En un principio, ella toma la identidad de ser el hermano tartamudo de Tao Chi’en. Durante su vida en esta tierra extraña, ella desempeña varios oficios para ganar dinero y sobrevivir. Eliza se despoja por un tiempo de la valija donde están los trajes glamorosos que usó cuando vivía con los Sommers.

Eliza para sobrevivir en una sociedad machista abandona su vestuario femenino y viste pantalones y usa un sombrero que ayuda a ocultar en cierto modo sus rasgos de mujer, y además nunca miraba a los ojos a los extranjeros. A pesar de su rol como hombre, algunos la veían como afeminado, tal vez si no hubiera optado este papel masculino, algunos hubieran querido abusar de ella. En algún momento, Eliza y Tao Chi’en toman caminos separados, Eliza sigue la búsqueda de Joaquín Andieta diciendo a cada persona que encuentra, que él es su hermano y lo está buscando. Tao Chi’en sigue su camino ya que es un médico en medicina oriental usando agujas de oro para curar a través de la acupuntura y hierbas medicinales. Tao Chi'en por donde quiera que vaya, no puede sacarse de su mente y de su corazón a su esposa Lin, la de los lirios dorados, quien falleció de una enfermedad y con quien él siguió alucinando, conversando imaginariamente con ella como si de verdad existiese, es decir como si su espíritu lo persiguiera.

Por otra parte, Eliza después de vivir momentos dramáticos y continuar enviándole cartas a Tao Chi’en, ellos se vuelven a encontrar. La novela termina cuando después de que Eliza ve el cuerpo muerto de Joaquín Andieta, a quien lo mataron a cambio de una recompensa, ya que lo acusaban de ser un asesino y malhechor, personaje creado por Jacob Treemont, quien se llamaba anteriormente Jacob Todds, pero se cambió de nombre cuando llegó a California. Jacob no podía comprobar ante los demás que este asesino, Joaquín Murieta a quien él describe como héroe, realmente había hecho todo lo que él escribía en sus editoriales. Sin embargo, Eliza lo asoció que podría ser la misma persona que estuvo buscando por largo tiempo. Finalmente, Tao Chi’en y Eliza logran liberarse de su pasado y forman una pareja convencidos de sentir un amor verdadero. En la novela, Eliza nunca sabe quien es su padre, ni tampoco vuelve a ver a los Sommers.

El papel de Eliza en esta novela, La Hija de la Fortuna, se desarrolla en un mundo donde la reputación de una mujer vale mucho para lograr un matrimonio digno. Además, la aspirante a casarse debía tener una dote, en el caso de Eliza, Miss Rose se encargó de hacer crecer esta dote mientras aparecía el mejor pretendiente, y aparte le fue coleccionando poco a poco el ajuar necesario para iniciar una vida de casada. En aquel entonces, una mujer sin dote, tendría la posibilidad de quedarse solterona, pobre, o ser la amante de algún hombre casado, y peor aún le iría, si hubiera fornicado antes de casarse, entonces la sociedad se encargaría de vilipendiar su dignidad por no seguir las reglas de moralidad. Eliza a diferencia de Cecilia (Valverde), no estaba interesada en casarse con un hombre rico y que éste fuera de piel blanca como eran las aspiraciones de la cubana Cecilia. Eliza era de aquellas que no se enamoraba de lo material, ni de alguna raza específica, ni tampoco para tener un puesto en la sociedad, sino más bien de un hombre con grandes ideales, un líder.

En el caso de Cecilia, ella no tenía ninguna dote, pero eso no es ningún impedimento para conseguir un marido rico y blanco, para que la saque de la pobreza en la que vivía y tener hijos blancos. Además, Cecilia buscaba una posición alta en la sociedad, y no se conformaba con ser la segundona de Leonardo Gamboa (Cecilia Valdés), ella quería ser la esposa, no una amante. La época en que vivieron Eliza y Cecilia estuvieron marcadas indistintamente por las diferencias de clases sociales. Ambas estuvieron enamoradas de hombres que no valían la pena, creyendo en las promesas de ellos. Ninguna de las dos logra casarse con su amado. Joaquín Andieta nunca le vuelve a escribir una carta a Eliza, ni tampoco regresa a buscarla. Por otra lado está Cecilia, quien tenía amores con Leonardo Gamboa quien se casaría con otra mujer y no con ella. El pecado de Cecilia no es por vicio o porque tuviera una mala inclinación, ella en verdad está enamorada.

Mariana en la película, La Vida es Silbar (Pérez), si era una pecadora compulsiva hacia el sexo, excepto que esto no continuó toda la vida por cuanto ella hizo una promesa en la iglesia a cambio de que le fuera concedido un deseo profesional, en este caso, ella prefirió abandonar el deseo, la excitación al placer, en cambio Eliza y Cecilia persiguieron esa búsqueda de placer, yendo hasta las últimas consecuencias con tal de lograr conseguir el amor de sus hombres inmerecedores de esas pasiones. Eliza en aquel entonces, no podía escoger quien sería su marido, ella tenía que esperar que se lo escogieran, pero ella no iba permitir esto, y por eso se fue tras Joaquín Andieta. Eliza y Cecilia padecieron de la orfandad, nunca supieron cuál fue su verdadero padre, ambas eran producto de un mestizaje, Eliza tenía sangre chilena e inglesa, y Cecilia tenía raíces afrocubanas. En cuanto a la educación, Eliza era una señorita criada para comportarse como una dama de la alta sociedad y había recibido una buena educación, a diferencia de Cecilia que fue poco instruida. Eliza tocaba el piano, Cecilia cantaba y bailaba, y Mariana también bailaba, todas ellas tenían un talento artístico y las tres amaron con fuerza y pasión.

Eliza no gozaba de una belleza despampanante como la tenía Cecilia, ni tampoco tenía la sensualidad de Mariana, sin embargo, Eliza cuando conoce a Joaquín Andieta utilizó discretamente sus armas de seducción que aparentemente habían estado ocultas en su adolescencia, esta vez experimentando su primera atracción hacia un hombre. Eliza muestra el lenguaje del movimiento de su cuerpo manifestándose así, “Por primera en su vida ella, que había pasado años equilibrando un libro sobre la cabeza sin pensar en lo que hacía, estaba consciente de sus pasos, de la ondulación de sus caderas, el balanceo del cuerpo, el ángulo de los brazos, la distancia entre los hombros y el mentón" (Allende,1998:92).

Para saber cómo era la belleza de Cecilia, la ilustración es, "La boca tenía chica y los labios llenos, indicando más voluptuosidad que firmeza de carácter. Las mejillas llenas y redondas y un hoyuelo en medio de la barba, formaban un conjunto bello, que para ser perfecto sólo faltaba que la expresión fuese menos maliciosa." (Valdés,2013,15) "¿A qué raza, pues, pertenecía esta muchacha? Difícil es decirlo." (Valdés,2013,15) "tales eran su belleza peregrina, su alegría y vivacidad, que la revestían de una especie de encanto, no dejando al ánimo vagar sino para admirarla y pasar de largo por las faldas o por las sobras de su progenie." (Valdés,2013,16) "Su sangre no era pura y bien podía asegurarse que allá en la tercera o cuarta generación estaba mezclada con la etíope" (Valdés, 2013,16).

En otra conceptualización, Cecilia Valdés en la película de Humberto Sola, es testigo de una tragedia al ver muerto a Leonardo Gamboa. En Hija de la Fortuna, al final de la novela, Eliza también ve muerto a su amado Joaquin Andieta, quien en ese momento figura como Joaquín Murrieta. Es preciso mencionar, que los personajes de estas dos mujeres sufren transformaciones de identidad durante el trayecto de sus vidas, Cecilia se transforma en Ochún, una deidad venerada por algunos cubanos, en cambio Eliza se transforma en el papel de hombre, cada rol lo viven con intensidad como si realmente ellas fueran quienes están representando. Estas mujeres que a veces tienen semejanzas, también tienen diferencias, como lo es cuando Eliza mientras está en California se gana el dinero cocinando, preparando empanadas, o tocando el piano para poder sobrevivir, en cambio Cecilia está esperando a que le llegue el dinero sin trabajar, consiguiéndolo a través de un hombre, ella es más cómoda, es decir ella piensa que se merece ser rica por haber vivido castigada en la pobreza por muchos años, es decir por no haber nacido en una cuna de oro, sin embargo, a pesar de que Eliza la encontraron en un cartón de jabón, ella fue más valiente para aprender a trabajar, y ganarse el dinero con sacrificio.

En la actualidad, las mujeres que trabajan o llegan a tener poder, adoptan una posición de liderazgo y a veces se considera como un signo de masculinidad, unas se vuelven más agresivas y competitivas cuando ejercen un cargo político. Ahora estamos viviendo en una época donde ya se está escuchando la voz de las mujeres, como ocurrió con Margaret Tacher, Hillary Clinton, o como sucedió hace pocos años en Chile con Michelle Bachelet, y en estos días con Michelle Obama y con Cristina Fernández, quien por cierto no se hace llamar con el apellido de su marido muerto, Kirchner. Todas ellas, han sido esposas, madres, y a la vez han estado listas para ejercer un cargo político. Eliza, Cecilia, Mariana y Julia (Pérez), pudieran encajar en este grupo por su posición femenina, pero no muestran la suficiente firmeza para enfrentar y superar obstáculos, porque siempre hay sobre ellas una dependencia hacia los hombres, es decir sin la presencia de ellos en su vida, éstas no logran conseguir una felicidad e independencia. Si ellas pertenecieran a este mundo moderno, como aquellas que han llegado a gobernar un país, tal vez no estuvieran amarradas a pasiones, recuerdos, o a estereotipos de una mujer que camina bajo la sombra de su hombre. Ellas se quedaron viviendo entre las páginas de siglos anteriores donde la mujer no podía sacudirse el peso absurdo de pertenencia hacia un hombre.

En aquella época, a las mujeres se las preparaba desde pequeñas para que cuando crecieran acataran el mandato de su padre, esposo o cualquier figura masculina, la mujer se la entrenaba para ser complaciente y servir. Las mujeres crecían viendo la figura del hombre como un ente que mandaba y tomaba las decisiones por encima de la opinión de la mujer, quien tenía que dedicarse a aprender costura y cuidar los hijos. Julia, en La Vida es Silbar, definitivamente no encaja en ninguno de los otros papeles de las mujeres mencionadas, para ella es difícil salir de su papel de víctima al haber salido embarazada sin estar casada, que es precisamente lo que ninguna de las otras mujeres quiere. Todas disfrutaron del sexo, menos Julia.

Allende crea en La Hija de la Fortuna una historia intercultural entre Chile y California, es decir lugares donde la escritora ha vivido. Los chilenos y mexicanos son personajes menos importantes, centrándose más bien en las diferentes jerarquías de los extranjeros, como son los ingleses llegados a Chile y los chinos, los europeos y los sudamericanos que llegaron a California. La novela se centra en el personaje de Eliza, quien tiene un origen ambiguo al ser encontrada en una caja de jabón. Eliza vive una doble existencia, por un lado recibiendo una educación aristocrática de parte de Miss Rose y por otro lado la influencia hacia las creencias y costumbres de Mamá Fresia.

Los Sommers son una de las familias inglesas asentadas en Valparaíso quienes cultivan relaciones sociales solo con los británicos. Miss Rose sigue consumiendo en Chile productos británicos, tiene amigos ingleses, ignora el clima de Valparaíso y sigue usando la ropa de la estación que hay en Inglaterra y además asiste a una iglesia protestante. Mamá Fresia es una amerindia que cree en supersticiones, ella pertenece a este grupo étnico que se dedica al oficio de ser siervos. Joaquín Andieta es un chileno, sin embargo, él no se queda en California y viaja a Estados Unidos en busca de oro. Tao Chi'en es un chino que aprenderá la medicina occidental, ya que él conoce la medicina oriental, curando a través de la acupuntura y hierbas medicinales.

En California se mezclan nacionalidades creando barrios como Chinatown y Chilecito. Jacobb Todd es un irlandés que llega a Valparaíso para ganar una apuesta en Londres el mismo que ganará si es que vende todas las biblias a los indios mapuches. Él estaba convencido de que él podría ejercer poder sobre los indios para que creyeran en la religión que se profesaba a través de este libro. Los Sommers consideraban a los indígenas como seres inferiores, inmorales, incivilizados y salvajes perfectos.

Los occidentales, entre ellos los ingleses, franceses, holandeses y estadounidenses, la autora nos muestra superiores, como los más civilizados, a diferencia de los nativos americanos y los araucanos chilenos que son ladrones y bárbaros. También estaban los asiáticos, a quienes les cerraban las puertas y recibían maltratos por parte de los occidentales. Los chinos llamados también celestiales, eran explotados, los agredían, les robaban, les quemaban las casas, los asesinaban, y lo peor y mas terrible de todo fue el abuso hacia las sing song girls, niñas asiáticas que fueron ultrajadas para que trabajaran desde temprana edad en la prostitución. Tao Chi'en es un doctor chino, sin embargo, la sociedad occidental no lo valora como un médico a pesar de su sabiduría, y aunque se inicia en estudios de la medicina occidental él sigue aferrado a su herencia cultural.

Finalmente, los negros, quienes también sufrieron vejámenes de parte de las razas superiores, quienes trabajaban en las plantaciones y cuando uno de ellos se enfermaban en vez de llamar a un médico para humanos llamaban a un veterinario como si ellos fuesen animales. Allende se encarga en crear diferentes personajes en donde se ve claramente entre los mencionados, la creación de las jerarquías entre los aeronautas.

Tao Chi’en es el hombre ideal que muchas mujeres quisieran que fuese su compañero sentimental, ya que tiene una internalización armoniosa muy bien equilibrada, y no es un hombre de conflictos. Es un hombre entregado a curar a los humanos, tiene sensibilidad y amor al prójimo. Si bien es verdad que por sus conocimientos se le podría atribuir dotes de sabiduría, pero él no se da ni cuenta de ello porque está concentrado en el esplendor de cada día. Él sabe cómo administrar unánimemente sus acciones en forma útil, sin rivalizar con otros. Tao Chi’en está lleno de tantas virtudes, que Allende decide que Murrieta sea el que muera por ser un modelo de hombre no productivo para la sociedad y lo mantiene vivo a Tao Chi’en. Lo mismo sucede con Leonardo Gamboa, quien Cirilo Valverde al final de la película, hace que lo asesinen, es decir, esta clase de hombres que en cierto modo son una lacra para lograr un mundo mejor, es preferible desaparecerlos de la faz de la tierra literalmente. Este concepto lo manifiesto sin inclinarme a la posición de que la mejor opción que pudieron tener los escritores, fuera que tuviesen que morir, sino más bien, me conceptualizo positivamente en que el bien siempre será superior al mal sea por las leyes divinas o del hombre.

Elpidio (La Vida es Silbar) al igual que Tao Chi’en logran liberarse de sus ataduras del pasado. Elpidio finalmente siendo adulto corta el cordón umbilical que le tenía pegado a Cuba su madre adoptiva, quien en su inconsciente ella lo perseguía con un acuse de consciencia cada vez que cometía algún error. Tao Chi’en también logra desligarse del recuerdo de su esposa Lin. Cuando esto sucede, para ellos es como un renacer, sus vidas empiezan con un nuevo horizonte para alcanzar una vida a plenitud.

Joaquín Andieta era un pobretón con grandes ideales cuando vivía en Chile, no tenía dinero para viajar a California y robó para poder comprar su boleto de embarque. Robar es un delito, no importa si la persona lo hace por la fuerza, o sin violencia. Andieta se apoderó de algo que no era suyo, y por lo tanto lo denominará ¡ladrón! Jacob Freemont creó el personaje, Joaquín Murrieta, a quienes algunos lo comparan como un Robin Hood, es considerado el ídolo de los pobres, o más bien para que suene como un héroe, lo llamaré justiciero bondadoso. Robin Hood sería como un relato épico donde él le robaba a los ricos para dárselo a los pobres, y en La Hija de la Fortuna, Murrieta es el héroe para los necesitados, en verdad ambos personajes son declarados los anti héroes. Entonces, ¿Joaquín Murrieta es un héroe o es un villano? ¿Con cuál me quedo yo? Tengo muy bien definida mi respuesta, es decir, que, aunque para algunos el robo tenga razonables justificaciones, para mi Murrieta es un ¡Ladronzuelo!

Los héroes o antihéroes no son maleantes. Sin embargo, Allende no pudo dejar de mencionar a este personaje que existió en aquella época, el cual anda aun campante por los caminos como viene sucediendo desde la época de los cavernícolas, matando suciamente con la excusa de que si se mata en la calle es un asesino, pero si se mata en la guerra es un héroe. ¡No, quien mata y roba por dinero, jamás será un héroe!

Eliza Sommer creció en Chile encerrada entre cuatro paredes, fue criada con costumbres victorianas. Cuando viaja a California en busca de su amado escurridizo Joaquín Andieta, transforma su vestimenta femenina para usar pantalones. Ella se quita el corsé, las enaguas, y los vestidos que usó cuando vivía con los Sommers en Valparaíso. Su libertad, la llegó a alcanzar en California después de tanto ir y venir, con una falsa identidad de un muchacho chino y luego como un vaquero llamado Elías Andieta. Aunque con el pasar de los años después de saber que Andieta está muerto, ella vuelve a recobrar su naturaleza de ser una mujer y vuelve a resurgir su delicadeza y suavidad.

Una de las sombras de Eliza era Paulina del Valle ya que Paulina rompía todos los esquemas marcados por la sociedad machista de aquella época, por lo tanto, Paulina supo escoger un buen marido para trabajar en equipo sobre un bien común, sin tener que estar bajo su padre o su marido o cualquier hombre como un ser inferior, y sin voz en la toma de decisiones en cuanto a negocios o caprichos que ella quiso darse sin tener que ser una mujer conformista o esperando que otros decidan por ella. Tal vez por todo esto, Eliza se veía reflejada en ella, quizá su deseo de ser algún día libre como proyectaba ser Paulina, tal vez su visión hacia el mundo hubiera sido diferente si tal vez ella se hubiera quedado en Chile.

Allende antes de que Eliza viaje a California muestra a Eliza sin ningún patrón heroico, pero cuando empieza una nueva vida en California la muestra como una mujer valerosa que vive innumerables aventuras, siendo rebelde en ciertas ocasiones, pero también proyecta a una mujer ciega de amor, este arrastre de ceguera no le permite ver las imperfecciones de su amado Joaquín. El animus de Eliza se hace presente cuando ella busca en Andieta a un hombre real, pero este se ha esfumado, por lo tanto, tardará mucho para que se dé cuenta de su error, mientras no lo supere su animus no la dejará en paz y seguirá pensando en un amor idealizado y no en el verdadero, que finalmente lo descubre junto a Tao Chi'en cuando deciden ir juntos por el mismo camino.

Eliza es una mujer que tiene una combinación de inocencia y erotismo, quien en algún momento fue rica, y luego supo lo que era la pobreza en donde no hay lugar para las apariencias. Allende titula su libro, Hija de Fortuna, pero realmente no creo que Eliza fue muy afortunada, porque vivir en un encierro donde existen reglas que cumplir, en una época donde no se podía casar con el hombre que se amaba, sino el que le escogieran, donde sufre un aborto, y también ve con sus propios ojos los vicios que rebosan de pecados los burdeles, y donde es testigo ocular de la prostitución de niñas. En fin, el camino de infortunio, llevó a Eliza a la infelicidad, esperemos que la vida que va a llevar con Tao Chi'en se convierta en la verdadera fortuna de la que talvez se refiera Allende, es decir, que su espíritu la lleve hacia la alegría de amar y sentirse correspondida con un amor verdadero, si es que realmente ese será su destino, y aunque como quiera que sea, ella nunca podrá olvidar su pasado.

Haber leído Hija de la Fortuna, fue casi como un ritual, y de vez en cuando llegué a sentir aflicción cuando alguien iba a morir. No quise leer el libro todo de golpe, más bien lo hice como aquellos que beben pequeños tragos de un vaso de whisky.  Necesité leer unas horas, un día, luego me llevé conmigo una parte de la historia, y la iba rumiando entre gritos con sangre y silencios del desierto.  Mi lectura no fue bajo los árboles, ni me senté en un sillón frente a un balcón que diese a un parque, sino más bien, lo hice como si estuviera montada sobre un caballo brioso, como si estuviera en el desequilibrio del revoloteo de las olas en un mar agitado, como si el huracán hubiera derribado mi dignidad, y el ardor del fuego de la leña verde hubiese quemado mis indomables aventuras de pecado.

Sentí a los personajes como un entramado fascinante, sensación de placer que ningún otro libro me había satisfecho.  Algunas historias empezaron a coincidir con los recuerdos personales de mi propio pasado.  Otras fueron como un ataque profundo a mi vida privada, llegando a veces a interiorizarme en el personaje de Eliza, como cuando ella, “Con los ojos entrecerrados aspire el olor a ropa húmeda, a jabón ordinario y sudor fresco.  Un río de lava ardiente la recorrió por dentro, le flaquearon los huesos y en un instante de pánico creyó que en verdad se estaba muriendo” (Allende.1998.93)

            ¡Qué nostalgia!, ¡Qué tristeza! Así sentí el final del libro, fue como si terminara una relación después de haber amado con locura, con un amor arrasador, aunque no sé si mejor definirlo como abrasador, así como lo fueron las cartas de Joaquín Andieta, que se parecen a algunas que aún están enterradas bajo el huerto de los desengaños y que nunca las pude exhumar.  Me hubiera gustado que Isabel Allende no hubiese cerrado aún el telón, ya que Eliza Sommer no podría volver a sentir ese amor tan desenfrenado que tuvo con Joaquín Andieta.  Con Tao Chi’en, Eliza encontrará la paz, el equilibrio, pero no un amor que enardecería nuevamente los excéntricos y febriles impulsos que el destino dispuso cuando ella amó con locura a Andieta. 


            A veces me pregunto si me falta mucho por vivir, si fuese así, me gustaría leer al menos cinco cartas de las que escribe Andieta, y todas las cartas de Miss Rose, y así saber que, en la vida real, cada día que comienza trae consigo una nueva historia. Ahora está cayendo algo de lluvia, hace un poco de frío, pero cuando desentierre las cartas de Joaquín Andieta sentiré todo el calor de esa pasión que nunca dejó de arder en mis más ocultas y prohibidas tentaciones en búsqueda del placer.  Tal vez algún día, al igual que Eliza Sommer, yo también pueda decir, “ya estoy libre”, pero si no lo logro, Allende tendrá la exclusividad de reinventar mi vida a través de algún personaje parecido al de Paulina del Valle.


Obras citadas

Allende, Isabel. Hija de la Fortuna. España. Plaza & Janes Editores, S.A.1998. Impreso.

Pérez, Fernando. La Vida es Silbar. Cuba. 1998. Red: Abril 2013.

Valverde, Cirilo. Cecilia Valdés o La loma del Angel. De Ana María Hernández.  Estados Unidos de             América: Stockero, 2013. Impreso.

✏️SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 9 de mayo de 2013