LA SILLA DE MAMÁ
Cuento
Vi a alguien arrastrando una silla de
asoleadas vetas y patas maquilladas por una arena néctar. Se detuvo
frente a una ventanita, y con su manita abrió un picaporte que se
tambaleaba tarareando sin norte. Yo estaba más allá, y ellos allí
pegaditos con sus títulos, vestiditos con una sotana para el ceremonial
del viento frente a un estrado solitario, transparente y tuerto.
Esperé
a que se vaya, y después de eso, suspiré un rezo, y me volteé inquieta
con una sonrisa al viento. Al abrir la ventanita no pude evitar
rozarlos, y en mi mente olerlos y arrullarlos.
Qué tenían éstos
que me atraían tanto, quizás el título, la fotito de portada, tal vez
saber si venían de alguna repisa noble o abandonada, me intrigaba saber
quien los hamaqueaba, y en cuál mesita de noche reposaban.
No me
sentía extraña aunque todo esto fuera de su mundo, tampoco me extrañaba
ver a las niñas paseándose en las bicicletas con las manitas en los
manubrios, colgando unas canastitas sin flores, sin libros y sin versos.
Una
niña se acercó, caminaba en zigzag, y sus rizos decían voy a jugar. La
pequeña no sabía que siempre alguien la miraba y que cada verano la
vería crecer y jugar, y años después la seguiría viendo cuando quizás la
niña se convertiría en mamá.
Ojalá algún día la niña abra la
ventanita y diga: ¡Aquí está el librito del que me habló mamá!. Ese
que tiene en la pasta el osito puesto un suetersito abrigándole el
corazón, ese que entre sus líneas escuché el estruendo de una silla que
resbaló, ese que tiene palabritas tiernas diciendo, “tu mamá siempre te
amó”, pero de me sirve haber encontrado este librito, si nunca tuve una
niña para leerle este cuento desde la misma silla donde mamá se sentó.
✏️SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva Jersey, 25 de junio de 2019
Lugar: Avon by the Sea, Nueva Jersey
Lugar: Avon by the Sea, Nueva Jersey