TIEMPO DE SILENCIO
Luis Martín-Santos
Novela y espacio
El escritor Luis
Martín-Santos lleva al lector en un viaje por Madrid, atravesando las estrictas
fronteras sociales de clase en el régimen autoritario fascista de Franco y
exponiendo la corrupción, la apatía y la injusticia de esa época. Martín-Santos
en Tiempo de Silencio muestra la investigación del cáncer, en la
que interviene Pedro, el protagonista. Comenzando en el laboratorio de ciencias
donde Pedro lleva a cabo su investigación, la novela sigue su búsqueda para
obtener más ratones cancerosos, necesarios para sus experimentos, en la miseria
de los barrios bajos en las afueras de la ciudad. Luego, el escenario cambia a
las malas condiciones de su pensión en una zona obrera de Madrid, y de allí al
Café Gijón, donde pasa tiempo con amigos y compañeros intelectuales, el burdel
local, la casa de su rico amigo Matías, en el barrio acomodado, un teatro con
sus marcadas divisiones de clases que reflejan las de la sociedad, un
cementerio y la prisión. Tras su liberación, el lector puede vislumbrar las
diversiones del pueblo español, una revista musical y el recinto ferial, y
finalmente la estación de tren, desde donde está destinado a la vida a la que
se ha resignado, como médico rural.
El laboratorio de
ciencias es un espacio dominado por la pintura. Los animales enjaulados
simbolizan la trampa dentro de la estructura social de España, un sistema en
medio del desempleo masivo, la indigencia y el hambre. Pedro, como científico
investigador del cáncer, está involucrado en la vivisección de animales para
determinar la causa de su enfermedad y, en la novela, Martín-Santos también
disecciona la ciudad de Madrid para revelar el estado de decadencia social, la
incapacidad del gobierno para proporcionar incluso un alojamiento básico se
refleja en las “construcciones confeccionadas con maderas de embalaje de
naranjas y latas de leche condensada, con láminas metálicas provenientes de
envases de petróleo o de alquitrán… ladrillos de «gafa» uno a uno robados en la
obra… mimbre que antes fueron sombreros… todo esto amalgamado con piel humana y
con sudor y lágrimas humanas congeladas” (p.32-33). Al carecer de comodidades,
las chozas son retratadas como los tumores malignos de una sociedad enferma, y
es aquí donde el primo de Amador, Muecas, y su familia, están criando ratones
de una pareja de laboratorio robada. Los desarrollos de la trama que involucran
incesto, un aborto fallido, la muerte de la hija de Muecas, Florita, y la
condena injusta de Pedro, que llevó al encarcelamiento y el asesinato de su
prometida, emanan de la miseria, la decadencia y la corrupción que calan este
espacio.
Las malas condiciones del
alojamiento de Pedro, a pesar de tener un título profesional y un empleo,
refuerzan las privaciones de los españoles bajo el dominio fascista. Sin
embargo, es visto como un pasaporte a un estatus social elevado por la
propietaria, hija y nieta, Dorita, con quien se compromete después de una noche
imprudente de hacer el amor en estado de ebriedad. Pedro acepta silenciosamente
su destino, aunque no tiene deseos de casarse con ella. Las calles de la ciudad
con sus prostitutas y bares enfatizan la atmósfera de decadencia moral. En
contraste con el segmento de élite de la sociedad en el apartamento de su rico
amigo, que aparentemente no se da cuenta de la injusticia social que lo rodea,
Pedro cuestiona su rechazo interno de este estilo de vida privilegiado, como
sintomático de todo lo que está mal en la estructura civil española.
“¿Pero desprecia este otro modo de vivir porque realmente es despreciable o
porque no es capaz de acercarse lo suficiente para participar?” (p.110).
Los espacios finales son
la estación de tren y el tren que aborda Pedro para su nueva vida como médico
rural, que son un símbolo de su despedida no solo de las ambiciones de ganar un
Premio Nobel como investigador científico, sino también de su resistencia al
silencio. Reflexiona interiormente que ha sucumbido a la impotencia y ha sido
castrado por la ciudad y su sociedad represiva, “estar desprovisto de
testículos, es agradable a pesar de estar castrado tomar el aire y el sol
mientras uno se amojama en silencio”, refiriéndose “estamos en el tiempo de la
anestesia” (p.187). Los temas de la obediencia pasiva y la impotencia política
se exploran extensamente a través de las descripciones detalladas de Martín-Santos
de los espacios dentro de la ciudad de Madrid.
Obra citada
Martín-Santos, Luis. Tiempo de silencio. Impreso.
Por: Sandra Salgado Mendoza
Nueva York, 4 de abril de 2021