Mujeres en la Inquisición: Marina de San Miguel
El artículo de Jacqueline
Holler comienza con una mujer beata dominica, Marina De San Miguel,
presentando sus confesiones finales en el Santo Oficio de la Inquisición de
Nueva España en la Ciudad de México, México. La acusada afirma que ella tenía
más pecados que la reina Isabel de Inglaterra, y plantea preguntas sobre los
crímenes que había cometido. En esta coyuntura, los lectores desarrollan la
noción de que Marina podría haber cometido actos despreciables, y
posteriormente merece un castigo severo. Curiosamente, sus acciones no
perjudicaron a ningún mexicano, sino que estaba disfrutando de sus libertades
religiosas y personales. Por lo tanto, la reacción del inquisidor hacia la
sexualidad de Marina, la acusación de ser miembro de una herejía alumbrada y la
pérdida de su reputación como resultado de la inquisición ilustra que el
gobierno colonial restringió severamente los derechos de las mujeres mexicanas
durante el siglo XVI.
En primer lugar, una
de las transgresiones de Marina, según la inquisición, es ser miembro de la
herejía alumbrado. Este fue un movimiento religioso y místico en España y sus
colonias, como México, con sabios que eran propensos a tener visiones. Durante
los siglos XVI y XVII, sus miembros fueron perseguidos por funcionarios
estatales ya que sus prácticas y creencias eran percibidas como poco ortodoxas.
En la narración, Marina confiesa que había comenzado a sentir una gran fe de
Dios desde sus años de infancia. Su compromiso con el propósito religioso
comenzó a la edad de dieciséis años cuando hizo un voto de castidad en el
convento de La Merced en Sevilla. Además de dedicarse al ritual de la oración
interior, Marina también se convirtió en una beata. Sin embargo, el sueño de
Marina de vivir en un convento terminó cuando su familia se fue de España a
México. Se vio obligada a vivir en la sociedad de la ciudad mexicana a pesar de
retener sus poderes místicos. Según las afirmaciones de los vecinos y su
confesión, ella experimentaría trances que durarían una hora. Ella también
afirmó que conoció a Jesús. Como resultado, sus vecinos la respetaban como
mujer religiosa, a pesar de que el gobierno no estaba al tanto de sus prácticas
espirituales poco ortodoxas. La acusación de que ella pertenecía al grupo de
herejías alumbrado la llevó a su arresto y detención, ya que sus prácticas
contradecían las enseñanzas católicas. La inquisición revela que la libertad de
Marina era una ilusión a pesar de disfrutar de importancia en su vecindario. El
inquisidor de la Ciudad de México estaba preocupado de que otorgar libertad
religiosa a las mujeres hubiera perjudicado la estabilidad de la colonia porque
eran vistas como ciudadanos de segunda clase. Por lo tanto, la base de su
castigo se basó en que ella era una mujer y en la acusación de que era una
hereje.
La inquisición de Marina
también destruyó su reputación como mujer religiosa en su vecindario. El juicio
incluyó los testimonios de los vecinos, que sugerían que Marina tenía poderes
divinos. Por ejemplo, Juan Plata afirmó durante la inquisición que una vez
presenció el vínculo directo de Marina con Dios. La experiencia llevó a Plata a
preguntarle a Marina cómo Dios lo consideraba, lo que indica su inmensa
confianza en sus poderes religiosos. Estos incidentes demostraron que Marina
excedió su papel como asesora espiritual e interceptó el papel de la Iglesia de
vincular a Dios con la humanidad. Curiosamente, otros testigos de Alumbrado
afirmaron que el camino espiritual de Marina era peligroso para la sociedad
mexicana, lo que demuestra las limitaciones espirituales que enfrentan las
mujeres mexicanas. La inquisición mostró que Marina, como mujer, no disfrutaba
del respeto de todos los miembros de la comunidad a pesar de servir como
profeta. El juicio agravó la situación ya que los testigos declararon que Marina
era una mujer desviada y una amenaza para la estabilidad espiritual de la
Ciudad de México. Posteriormente, su reputación se vio empañada.
La reacción a los actos
sexuales de Marina también destaca los estrictos estándares morales reservados
para las mujeres en la Ciudad de México durante la era colonial. Holler declara
que el inquisidor estaba horrorizado al enterarse de las cosas que Marina había
hecho para satisfacer sus deseos carnales (210). Marina se había entregado a
actividades sexuales despreciables que incluso el diablo se ofendería por ellas
(210). Sin embargo, fue el género de la acusada lo que provocó una reacción tan
negativa hacia sus confesiones sexuales. Como mujer religiosa, la sociedad
esperaba que mantuviera la pureza sexual y suprimiera todos los deseos
sensuales. Afirmó que la tentación sensual la llevó a participar en actos
deshonestos con las manos en sus partes privadas (223). Sorprendentemente, los
asistentes al juicio y el inquisidor no entendieron que Marina era humana; por
lo tanto, ella también tenía esas necesidades, como todas las mujeres. Existe
una gran probabilidad de que la respuesta hubiera sido diferente si Marina
hubiera sido hombre o casada.
Por lo tanto, la respuesta
del inquisidor a las revelaciones de Marina sobre su vida sexual revela el
escrutinio moral que las mujeres enfrentaron en México durante el período
colonial. En conclusión, la respuesta del inquisidor a la confesión de Marina
sobre su sexualidad y las acusaciones de ser una hereje revelan los desafíos que
experimentan las mujeres mexicanas.
Bibliografía
Holler, Jacqueline. “’More Sins than the Queen of England’: Marina de
San Miguel
before the Mexican Inquisition” in Women in the
Inquisition: Spain and the New World, ed. Mary E. Giles. Johness, 1999
SANDRA SALGADO MENDOZA
New York, March 9, 2020
Women in the Inquisition: Marina De San Miguel
Jacqueline
Holler's article opens with a Dominican beata woman, Marina de San Miguel,
submitting her final confessions at the Inquisition’s Holy Office of New Spain
in Mexico City, Mexico. The defendant claims that she had more sins than
England's Queen Elizabeth, raising questions regarding the crimes that she had
committed. At this juncture, readers develop the notion that Marina might have
committed despicable deeds, subsequently deserving severe punishment.
Interestingly, her actions did not harm any Mexican, but instead, she was
enjoying her religious and personal liberties. Thus, the inquisitor's reaction
towards Marina's sexuality, the accusation of being a member of alumbrado
heresy, and the loss of her reputation as a result of the inquisition
illustrates that the colonial government severely curtailed the rights of
Mexican women during the sixteenth century.
Firstly, one of Marina's
transgressions, according to the inquisition, is being a member of the
alumbrado heresy. This was a religious, mystical movement in Spain and its
colonies, like Mexico, with sages who were prone to having visions. During the
16th and 17th centuries, its members were persecuted by state officials as its
practices and beliefs were perceived as unorthodox. In the narrative, Marina
confesses that she had begun feeling great faith from God since her childhood
years. Her commitment to religious purpose began at the age of sixteen when she
took a vow of chastity in La Merced convent in Seville. Besides being dedicated
to the ritual of interior prayer, Marina also became a beata. However, Marina's
dream to live in a convent ended when her family left Spain for Mexico. She was
forced to live in the Mexican city society despite retaining her mystic powers.
According to the neighbors' assertions and her confession, she would experience
trances lasing for an hour. She also claimed that she met Jesus. As a result,
her neighbors respected her as a religious woman, even though the government
was not aware of her unorthodox spiritual practices. The allegation that she
belonged to the alumbrado heresy group led to her arrest and detention as her practices
contravened Catholic teachings. The inquisition reveals that Marina's freedom
was an illusion despite enjoying importance in her neighborhood. Mexico City's
inquisitor was worried that granting religious liberty to women would have
impaired the colony's stability for they were viewed as second-class citizens.
Therefore, the foundation of her punishment was based on her being a woman and
on the accusation that she was a heretic.
Marina's inquisition also destroyed
her reputation as a religious woman in her neighborhood. The trial included
neighbors' testimonies, which suggested that Marina had godly powers. For instance, Juan Plata
claimed during the inquisition that he once witnessed Marina's direct link with
God. The experience drove Plata to ask Marina how God considered him,
indicating his immense trust in her religious powers. These incidents
demonstrated that Marina exceeded her role as a spiritual advisor and
intercepted the Church's role of linking God to humankind. Interestingly, other
alumbrado witnesses claimed that Marina's spiritual path was dangerous to the
Mexican society, demonstrating the spiritual limitations that Mexican women
faced. The inquisition showed that Marina, being a woman, did not enjoy respect
from all community members despite serving as a prophet. The trial aggravated
the situation as the witnesses stated Marina to be a deviant woman and a threat
to Mexico City's spiritual stability. Subsequently, her reputation was
tarnished.
Reaction to
Marina's sexual acts also highlights the strict moral standards reserved for
women in Mexico City during the colonial era. Holler declares the inquisitor
was horrified upon learning the things that Marina had done to satisfy her
carnal desires (210). Marina had indulged in contemptible sexual activities
that even the devil would be offended by them (210). However, it was the
defendant's gender which provoked such a negative reaction towards her sexual
confessions. As a religious woman, society expected her to maintain sexual
purity and suppress all sensual desires. She claimed that the sensual
temptation drove her to engage in dishonest acts with her hands in her private
parts (223). Remarkably, the trial attendees and inquisitor failed to
understand that Marina was human; therefore, she also had such needs, like all
women. There is a much likelihood that the response would have been different
if Marina had been a man or married. Therefore, the inquisitor's response to
Marina's revelations about her sexual life reveals the moral scrutiny women
faced in Mexico during the colonial period.
In conclusion,
the inquisitor's response to Marina's confession regarding her sexuality and
the accusations of being a heretic reveal the challenges that Mexican women
experienced during the colonial era. Marina's trial occurred for she was
suspected of performing unorthodox religious practices. However, Marina’s
admission of engaging in dishonest sexual activities received a negative
response from the inquisitor and compromised her reputation severely. These
incidents underline that Marina's gender was instrumental to the inquisition
outcome and society’s judgement of her.
By SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 9 de marzo de 2020