EL HOMBRE-GLOBO
Mariano José de Larra
La revolución industrial trajo prosperidad económica y social para la mayoría de los países europeos. La modernidad comenzó a abrirse camino en estas nuevas y crecientes sociedades, y el cambio se hizo rápidamente perceptible. Sin embargo, España quedó rezagada con respecto a sus compatriotas ya que su monarquía rechazó estas innovaciones en favor de las tradiciones españolas pasadas de moda. Como tal, el país quedó atrapado en un estilo de vida obsoleto mientras el resto del continente avanzaba. Este estancamiento cultural es lo que Mariano José de Larra satiriza en su artículo. Él cree que España estaba en la cúspide de la progresión en el siglo XIX, pero no cristalizó este propósito ya que sus gobernadores le negaron a la nación la posibilidad de un cambio. Por lo tanto, el principal obstáculo de España era su falta de líderes para empujarlo hacia el desarrollo económico y social.
Larra usa las leyes de la física como una metáfora para describir el progreso y el estancamiento. Él dice que hay tres clases de hombres: sólido, líquido y gaseoso. El primero es un tipo obtuso que obedece todas las reglas sin cuestionar su naturaleza, y que se inclina ante la presencia de hombres superiores. Los hombres líquidos están más inclinados a la ruptura, apuntan un poco más alto e impulsan revoluciones, incluso si no tienen un objetivo claro en mente. Los hombres gaseosos, por otro lado, se levantan sobre el resto, son un grupo distinto capaz de llevar a todo un país a la progresión y la estabilidad social. El autor sugiere que España estaba hecha de ciudadanos sólidos y líquidos, y que carecía de los hombres gaseosos (o globos aerostáticos) necesarios que podrían cambiar el curso de la historia para el país.
El artículo de Larra es una sátira política astuta porque crea un narrador que opera como un científico: primero observa la realidad, ubica sus problemas y formula una tesis. Es un testigo agudo de las deficiencias culturales del país: “Observemos al hombre-globo en nuestro país. (…) Los unos dieron al traste con su globo en el estrecho, los otros quisieron sostenerse en tierra firme, pero han ido poco a poco deshinchándose, y una ráfaga ha acabado con unos, otra con otros” (Larra). El narrador expone la situación objetivamente y luego reflexiona sobre ella. Muestra la sociedad estancada de España al comentar con agudeza cada hecho que descubre. Incluso contrasta a los hombres con globos españoles con los de los países en desarrollo de la época: “Cuando posteriormente se han visto en casi todos los países elevarse muchos a alturas desmesuradas (…) no se concibe nuestra casi total ausencia de hombres-globos que se elevan verdaderamente, sino atribuyéndolo a desgracia del país mismo” (Larra). Si bien el narrador no ofrece una solución explícita, sugiere que España todavía estaba inmersa en el atraso debido a la obstinación de los hombres globos y la ausencia de iniciativa.
Además de eso, el narrador se burla de los hombres-globos del país comparándolos con Manuel García Rozzo, el primer aeronáutico español. Pudo volar su globo aerostático dos veces, pero su éxito no duró, ya que no pudo repetir la acción después. Su fama inicial se desinfló casi tan rápido como su globo. Los hombres-globos en España tenían una historia similar: tuvieron un comienzo prometedor, tenían las cualidades de liderazgo que el país necesitaba, pero su energía se desvaneció y nada cambió al final. Así, los sabios españoles parecían estar condenados al fracaso, y la sociedad al subdesarrollo y la oscuridad.
El avance de la tecnología y la economía durante el siglo XIX sentó las bases de las sociedades actuales. Los encargados de iluminar el camino correcto eran aquellos hombres gaseosos que tenían la motivación y las habilidades para lograr grandes cosas. Se alzaron sobre el resto y los llevaron hacia el progreso y la prosperidad económica. Los hombres-globos españoles no pudieron mantenerse al día, ya que eligieron la tradición sobre la innovación. Los que intentaron seguir a sus mentores europeos y americanos fracasaron enormemente al final. Por lo tanto, mientras nacía una nueva cultura, la sociedad española seguía siendo reacia al cambio, una posición que trajo como resultado el estancamiento cultural.
✏️SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 3 de mayo de 2019
The Deflating Spanish Man-Balloon
The Industrial Revolution
brought economic and social prosperity for most European countries. Modernity
began to make its way into these new and growing societies, and change became
rapidly noticeable. However, Spain fell behind its fellow nations since its monarchy
rejected these innovations in favor of old-fashioned Spanish traditions. As
such, the country remained trapped in an obsolete lifestyle while the rest of
the continent moved forward. This cultural stagnation is what Mariano José de
Larra satirizes in his article. He believes Spain was on the cusp of
progression in the nineteenth century but did not crystalize this purpose as
its governors denied the nation the possibility of change. Thus, Spain’s main
obstacle was its lack of leaders to push it towards economic and social
development.
Larra uses the laws of physics
as a metaphor to describe progress and stagnation. He says there are three
kinds of men: solid, liquid, and gaseous. The first is an obtuse type who obeys
every rule without questioning its nature, and who bows before the presence of
superior men. Liquid men are more inclined towards disruption; they aim a little
higher and propel revolutions, even if they do not have a clear objective in
mind. Gaseous men, on the other hand, rise over the rest; they are a distinct
group capable of leading a whole country to progression and social stability.
The author suggests that Spain was made of solid and liquid citizens, and
lacked the necessary gaseous –or balloon− men who could potentially change the
course of history for the country.
Larra’s article is an astute political
satire because he creates a narrator who operates as a scientist: he first
observes reality, locates its issues, and formulates a thesis. He is an acute
witness of the country’s cultural deficiencies: “let's
look at the balloon man in our country. (…) Some of them broke their balloon in
the strait, others wanted to stand on dry land; but they have gradually gone
downhill, and one gust has ended with some, another with others” (Larra). The
narrator exposes the situation objectively and then reflects on it. He displays
Spain’s stagnant society by sharply commenting on every fact he uncovers. He
even contrasts Spanish balloon-men with those of developing countries of the
time: “When [balloon-men] have been seen in almost all the countries to rise
many to excessive heights (…) it is not conceived our almost total absence of
men-globes that rise truly, but attributing it to misfortune of the same
country “ (Larra). While the narrator does not explicitly offer a solution, he
does suggest that Spain was still immersed in backwardness due to its
balloon-men’s stubbornness and absence of initiative.
In addition to that, the
narrator mocks balloon-men of the country by comparing them to Manuel García
Rozo, the first Spanish aeronaut. He was able to fly his aerostatic balloon
twice, but his success did not endure as he could not repeat the deed
afterward. His initial fame deflated almost as fast as his balloon. Men-globes
in Spain had a similar story: they had a promising start, they had the
leadership qualities the country needed, but their energy faded and nothing
changed in the end. Thus, Spanish wise men seemed to be condemned to failure,
and society to underdevelopment and obscurity.
The advancement of technology
and economy during the nineteenth century laid the foundation for current
societies. The ones in charge of illuminating the right path were those gaseous
men who had the motivation and skills to accomplish great things. They rose
over the rest and led them towards progress and economic prosperity. Spanish
men-globes were not able to keep up as they chose tradition over innovation.
The ones who tried to follow their European and American mentors failed greatly
in the end. Hence, while a new culture was being born, Spanish society remained
reluctant to change, a position that brought cultural stagnation as a result.
Works
Cited
De Larra, Mariano. “The Man-Balloon”.
Messenger Magazine, 9 March 1835.
✏️SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 3 de mayo de 2019