viernes, 10 de noviembre de 2017

¡ESTOY HARTA!.



¡ESTOY HARTA! 

¡Estoy harta!
de su enorme silencio
¡Estoy harta! 
del silencio, del silencio. 

¡Estoy harta, muy harta! 
¡Me asfixio, se asfixia! 
¡Destapemos su mordaza!
¡Y arranquemos la mía!

Y ahora sin mordazas 
el silencio vive todavía
¡Y sigo harta! ¡Y usted está harto! 
de lo que callamos en la vida. 

¡Hartos del  silencio! 
¡Hartos de esta vida! 
¡Hartos, muy hartos! 
¡Hartos todavía! 

SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 8 de noviembre de 2017.

miércoles, 8 de noviembre de 2017

EL FINAL





EL FINAL

Y al final del poema me dejaste un mensaje.
Y en el ultimo verso, ya no te encontré. 

SANDRA SALGADO MENDOZA.
Nueva York, 7 de noviembre de 2017.

domingo, 5 de noviembre de 2017

¡BASTA DE VINCHAS EN EL CRÁNEO!





¡BASTA DE VINCHAS EN EL CRÁNEO!

¡Basta de vinchas en el cráneo!
¡Basta de quedarme estupefacta con los pies clavados en los bríos de un tablado!
¡Basta de devorar la quietud clandestina de las sillas manclencas de al lado!
¡Basta de asfixiarme con la decencia de esa soga de mentiras colgadas sobre los tablones mal hechos de mi falda!.

¡Basta de vinchas en el cráneo!
¡Basta de músculos rubios en mi espalda!
¡Basta de mirar este espectáculo!
¡Basta de morbosear como arremango mi curtida enagua, y como amenazo la tinta roja del parlante de mis labios que supura el alma!.

¡Basta de vinchas en el cráneo!
¡Basta de mirar como reviento mi abrupta poesía sobre la soledad que vive escondida en ese viejo cortinaje drapeado, que arropa las heridas de un pecho momificado.

¡Basta! ¡Basta de vinchas en el cráneo!
¡Basta, basta, basta!
¡A mí me basta, solo el cráneo!.

SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 6 de noviembre de 2017.


sábado, 4 de noviembre de 2017

ASÍ NACÍ, ASÍ MORÍ.






Disculpe usted, me podría decir:
- ¿Qué día es hoy?
- ¿Es lunes quizás?

ASÍ NACÍ, ASÍ MORÍ


Yo nací sin poncho, yo nací sin frío, yo nací mirando hacia el río. Yo nací y morí el día que nadie compra flores, que nadie va a misa, que la billetera y la cajetilla de cigarrillos están vacías. Yo nací y morí un LUNES, el día que cierran los bares, y la algarabía está dormida. Yo morí, el día de la melancolía frente a un cuaderno sin poesía, enterrada sin florecitas en la soledad de un parque huraño a la hipocresía. 

Disculpe usted, me podría decir:
- ¿Qué día es hoy?
- ¿Es lunes quizás?



SANDRA SALGADO MENDOZA 
Nueva York, 2 de noviembre de 2017

jueves, 2 de noviembre de 2017

AÚN VIVEN AQUÍ.





AÚN VIVEN AQUÍ


Y mientras escribo, estoy revolviendo la nostalgia, revolviendo las penas, y revolviendo los recuerdos con la misma cucharilla recargada de toneladas de azúcar que le echabas a tu tacita de café.

Tenías varios lápices amarillos, unos eran altos y otros tan chiquitos que parecía que escribías con los dedos. Y junto a ellos, el sacapuntas plateado, el borrador blanco, el de las puntas redondas gastado de buscar la perfección inclinada de las letras sobre los atenuados renglones azulados.

Y cuando provocabas una tos como si fuera un galillazo para que no pareciera un sollozo declamabas ese poema, aquel en que un hijo después de haberle arrancado el corazón a su madre como una prueba de amor hacia su amada, el hijo tropieza, el corazón cae sobre las rocas, y éste le pregunta: "¿Te has lastimado hijo mío?".

Y cuando en nuestra casa despedías a los amigos en la puerta, sin abandonarlos de vista hasta que allá lejos, ya no pudieras divisarlos.

Y cuando con tu prosa al caminar, pisando con el movimiento salvaje de tu cabello grisáceo,  agredías el perfume de los jardines con tu cigarrillo Chesterfield, y qué decir de tu camisa con un bolsillo sobre el corazón lleno de un armamento de lápices amarillos ibas fumando, leyendo, haciendo amigos, y contando historias.

Y cuando caminabas como forastero por las calles donde yo nací llevando un libro en tu mano, de repente te detenías en media acera a subrayar con tu lápiz amarillo una línea carbonizada sobre las mil y una hojas de algo que en tu mente había inquietado. 

Y ese libro, y ese otro, y todos aquellos se han ido. La biblioteca está muerta, las flores están muertas, ¡tu hija está muerta!, y las alegrías también.  Las pisadas de vez en cuando vuelven, pero ese olor a cigarrillo, los lápices amarillos, ese corazón bondadoso, y tus poemas, aún viven aquí. 


SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 2 de noviembre de 2017
DÍA DE LOS DIFUNTOS