viernes, 11 de octubre de 2019

EL CUADERNO. - ✏️

 

 

 

EL CUADERNO

Cuento


    Dicen que vive sola, que no tiene amigos, cuando despierta no tiene con quien hablar, y que en las noches deambula con un cuaderno por algún bar.

    Ven conmigo hala tu blusa y mete tu voz en el pecho pero solo en la piel, no en el corazón, y no dejes que te mire los labios.  Ella acaba de entrar, son las ocho de la noche y es puntual, ha venido otra vez a robar, trae lo de siempre, un cuaderno y una flor, no la mires, si lo haces te robará y quedarás muda, créemelo quedarás estupefacta.

    Y tú como te llamas, tienes un nombre o tienes dos, dime como te llamaba tu madre cuando eras niña; estás muy callada, no has dicho ni una palabra, a cuál tribu perteneces, ya sé, vienes de esos mundos donde la gente no conversa, ni se mira, ni se tocan frente a frente; ni escriben, ni leen en papel, sabes aquí las mujeres entran con cuadernos a cualquier bar, ¿y en el tuyo?.

    Disculpa, no me he presentado, mi nombre es, no lo recuerdo, solo sé que de niña mi madre me llamaba, no sé que pasa conmigo, sigo sin poder recordar, mas si recuerdo que ella desenredaba mi cabello cada mañana antes de yo ir a la escuela y llevaba entre mis manitos un cuaderno, en la pasta estaba mi nombre, no sé que se hizo ese cuaderno.  ¿Has visto alguna vez un cuaderno?.  En fin, cuando llegaba la hora del recreo yo jugaba con mis amigas, una se llamaba, empezaba con la letra, que pena tampoco lo recuerdo.

    En una ocasión, vi mis manos manchadas, fue el día que empecé a escribir en el cuaderno sin líneas, yo tenía una pluma de tinta roja mas un día la perdí, con ella anotaba los primeros y los segundos nombres, mi lista era interminable, mas un día los nombres comenzaron a escasear y tuve que comenzar a robar, me volví coleccionista no de palabras, sino de nombres.

    El primer nombre de mi lista era el de mi madre, a veces creo que yo tuve su mismo nombre, en ese cuaderno estaban los nombres de mis amigas de ocho añitos, mis maestros de  ortografía y gramática, mis poetas muertos, mis pianistas sordos, y mis pintores mancos, mis gatos pardos, y hasta los nombres de mis muñecas rubias, mis padrinos de bautizo, los Papas de la Sixtina, los oradores de réquiem y mis dioses sin iglesia, los jardineros de Monet y los retratos de pared.

    No quiero cansarte más, solo quiero que le pongas tu nombre a esta flor y te dejaré en paz, mañana regresaré en la noche a las ocho a preguntar el nombre de quien cierra este bar.


SANDRA SALGADO MENDOZA
Nueva York, 11 de octubre de 2019
Fotografía: Kris Sanford